Solución

5 claves para un entorno digital seguro con Snappet

El uso de pantallas en niños y adolescentes es un tema que genera un debate constante entre padres, educadores y expertos en salud. Por un lado, las tecnologías digitales ofrecen oportunidades educativas, de entretenimiento y conexión social que son innegables en la era moderna. Aplicaciones educativas y contenido interactivo pueden fomentar el aprendizaje, la creatividad y el desarrollo de habilidades digitales esenciales. Sin embargo, también se plantean preocupaciones sobre el impacto de un tiempo excesivo frente a las pantallas en el desarrollo físico, emocional y cognitivo de los menores. 

Entre los riesgos más discutidos se encuentra el impacto en la salud mental, como el aumento de la ansiedad, la disminución de la capacidad de atención y el riesgo de adicción. Además, el uso prolongado puede influir negativamente en los hábitos de sueño, la interacción social cara a cara y la actividad física, factores esenciales en el desarrollo infantil. Estudios han señalado que los niños expuestos a pantallas durante muchas horas al día pueden mostrar dificultades para regular sus emociones y enfrentar desafíos en el entorno escolar. 

En este contexto, encontrar un equilibrio es crucial. Mientras informes como el del Comité de Personas Expertas para el Desarrollo de un Entorno Digital Seguro para la Juventud y la Infancia ofrece recomendaciones para proteger a niños y adolescentes en este entorno, como restringir el uso de pantallas, en la práctica los padres se enfrentan a retos inmediatos: un niño que no puede dormir porque quiere seguir viendo su serie favorita, o adolescentes atrapados en interminables conversaciones en redes sociales. En estos momentos, las soluciones simples como “quítale la pantalla” no siempre son prácticas ni sostenibles. En cambio, es más efectivo brindar herramientas concretas para gestionar el uso de dispositivos. Según declara Juan García, experto en educación digital desde su cuenta de Instagram y TikTok, “los informes como estos son importantes y contienen medidas valiosas, pero es clave no quedarse en recomendaciones genéricas. Las familias necesitan soluciones adaptadas a su realidad diaria. Decir ‘no uses pantallas’ no es una opción viable en muchos casos”. 

Reflexión sobre las recomendaciones de expertos 

Es importante aclarar que las críticas expresadas por García no se dirigen al trabajo de los expertos que elaboran estos informes, sino a la intención detrás de ciertos encargos y cómo se comunican los resultados a la población.   

“No critico el trabajo de los expertos—es un grupo heterogéneo que seguramente ha debatido mucho—sino la forma en que se encarga y difunden estos informes. Al final, parece que el mensaje hacia los padres siempre es culpar al uso de pantallas, cuando lo que necesitamos son soluciones que vayan más allá”, comenta García. 

Soluciones prácticas para garantizar un entorno digital seguro

Entonces, ¿qué podemos hacer? De las opiniones de expertos podemos destilar las siguientes recomendaciones:  

  1. Establecer rutinas consistentes: definir horarios claros para el uso de pantallas puede ayudar a los niños a anticipar cuándo tendrán tiempo de usar dispositivos y reducir la resistencia a apagarlos.
  2. Ofrecer alternativas atractivas: proponer actividades que compitan con el atractivo de las pantallas, como juegos de mesa, manualidades o lectura en conjunto, puede facilitar la transición hacia otras actividades.
  3. Utilizar herramientas digitales: configurar temporizadores o controles parentales permite gestionar de manera automatizada el tiempo de uso, evitando conflictos directos.
  4. Modelar comportamientos saludables: Los niños observan y replican. Si los adultos también limitan su tiempo en pantallas, el mensaje será más efectivo.
  5. Conversar sobre el uso responsable: Hablar con los niños sobre los riesgos y beneficios de las pantallas fomenta el pensamiento crítico. Preguntar cosas como: “¿Cómo te sientes después de usar el teléfono mucho tiempo?” les ayuda a reflexionar.

La clave no está en rechazar el uso de pantallas por completo, sino en acompañar a las familias con soluciones realistas, útiles y adaptadas a sus realidades. Al final del día, el objetivo debe ser formar ciudadanos digitales responsables y resilientes, capaces de gestionar su relación con la tecnología de manera saludable. 

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